Mañanas de frío en las que extraño el calor de tu cuerpo, lo delicado de tu piel y esa sonrisa que era mi cafeína cada día.
Entre risas, cosquilleos, agasajos y pequeños abrazos se encendió la pasión. En un remolino de fuego y hielo; de amor y cariño; de piel y tacto apareció esa chispa entre nosotros.
Otra fría mañana y una lluvia que cubría nuestra cama, una lluvia salada y un agitamiento en nuestros corazones y cuerpos que revolucionaban las almohadas. Una locura envuelta en un extraño elixir que se sintió tan bien.
Entre sabanas blancas, copos de nieve y una taza del más excéntrico café te tuve y me tuviste, en un instante que fueron horas, una mañana fría de invierno en un cuarto en la cornisa de una antigua ciudad.
Frías mañanas que tu recuerdo aparece, café, anécdotas y una carcajada en mi antigua habitación. El olor a cigarrillo, jabón de baño y un perfume de mujer que impregnaba mi cuerpo.
Frías mañanas de invierno que se quedan grabadas en un álbum de fotos en la red, un café, un cigarrillo y una vida que sigue con tu recuerdo y sin ti.
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